La curva de la muerte

poar Richard Benishai | Artículos

Abidjan, 18 Agosto del 2007

Durante 10 días, me encuentro en Abidjan, Costa de Marfil, en un lugar llamado “la Meseta”. Lo más destacable aquí es la contaminación causada por los automóviles y especialmente por los taxis.

Dado que mi especialidad es la Geobiología, entonces miremos lo que está sucediendo en esta área desde el punto de vista del ser humano y su medio ambiente. En Abidjan, en medio de las principales calles, muchos niños, adolescentes y adultos se cuelan entre los coches para vender todo tipo de artículos, frutas y verduras.
Es muy práctico, pero tiene desventajas tanto para los vendedores como para los coches que circulan a toda velocidad.

De hecho, las personas que se cuelan entre los bólidos automovilistas arriesgan probablemente dos cosas.
La primera es que pueden ser atropellados y ser origen de los accidentes de tráfico. La segunda es que constantemente respiran los gases de los escapes de los motores diesel, que humean como los trenes del siglo pasado. Trabajando dos o tres años en medio de esas avenidas ennegrecidas por el humo, son propensos a contraer enfermedades respiratorias graves.

Este artículo tiene mucho que ver con las carreteras y, en particular, con un tramo de la autopista que sirve a la comuna de Yopougon, a tan sólo unos 10 km fuera de la Meseta, para los que conocen bien la zona.

Apuntando a este tramo de la carretera, mis amigos me dicen que hay muchos accidentes en este punto, casi todos los días.

 

Preguntado sobre este tema, el taxista que me lleva me dice que hay demonios allí.

Yo veo esta situación como una oportunidad para arreglar las cosas.

Armado con mi péndulo, mis varillas y mis antenas, voy a luchar contra estos seres malignos que causan tantos accidentes en esta carretera. Mi amigo Andrés y yo tomamos otro taxi y llegamos a este lugar.

Después de que el taxi se fuera, nos encontramos en medio de un intenso tráfico y una nube de humo.

Naturalmente mi primera mirada fue atraída por enormes torres eléctricas a proximidad. Se trata de líneas de alta tensión que considero de unos160.000 voltios, que cruzan la carretera en este lugar.

Aunque estas líneas pueden causar algunos problemas de salud para los residentes locales, en principio no son la causa de los accidentes de tráfico.

Mido la tasa vibratoria con mi péndulo y un gráfico en el sitio donde nos bajamos. El péndulo va a cero. Así que, cambio el protocolo mental y retomo las medidas en las tasas negativas.

Así que llego a – 30.000 Bovis. Recordemos que una unidad Bovis es una unidad de vitalidad. Un lugar neutro vibra, en principio, a 14.000 unidades Bovis (Para obtener más información, vea nuestro artículo sobre los Parámetros de la Energía).

Mido además el campo magnético natural. Estando a 0%, es inexistente.

El color vibracional de este lugar es el peor posible:¡ verde negativo! Todos mis resultados me indican que estamos en un lugar inusual y ¡extremadamente negativo!

Con las antenas comienzo a caminar buscando una falla telúrica, que por lo general da resultados comparables a éstos. Efectivamente, hay una.

¡Y qué falla! Es un real cañón subterráneo que tiene más de 22 metros de ancho…
Esta falla es atravesada en su centro por una corriente subterránea de 7 metros de ancho. Esto es lo que se llama una “falla húmeda.”

Miro con las varillas la dirección de la falla. Esta va de noreste a suroeste, cruzando la carretera. En el centro mismo de la falla mido un nivel difícil de creer, pero nada me sorprende más. Mido – 220.000 Bovis.

Hasta ahora, este es el nivel más negativo que he tenido la oportunidad de medir.

 

Para corregir estos efectos nocivos, uso la misma técnica que se utiliza para neutralizar las venas de agua subterráneas. Yo bloqueo la energía negativa que desprende esta falla “demoníaca” a cada lado de la carretera con la técnica que enseño a mis estudiantes, y repito las mediciones de los parámetros.

Los valores han cambiado para mejor: el nivel vibratorio es de + 30.000 Bovis, el campo magnético se incrementó a 100% y el color vibratorio ahora es de color violeta magnético (que es excelente). La primera medida inicialmente tomada fue de – 30 000 Bovis, y ahora subió a + 24 000 Bovis.

Satisfecho con los resultados, volvimos a casa, convencidos de que no habrá más problemas en esta carretera.
Entonces, ¿qué sucedía durante los accidentes de tráfico? La explicación es simple.

Las personas que están cansadas de un arduo día de trabajo o bien que dormitaban al volante, al pasar por esta falla húmeda, absorbían una inyección de energía negativa y perdían el conocimiento durante una fracción de segundos. Este tiempo es suficiente para causar un accidente al conducir rápido.

¿Cuántas vidas podrían salvarse en todo el mundo si fuéramos un poco más atentos a esos lugares donde el destino se encarniza como un “demonio”?